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De la entrega al egoísmo
En ese momento sonó un extraño crujido en el interior de la estatua, como si algo se hubiera roto dentro. Y en verdad el corazón de plomo había estallado partiéndose en dos. Ciertamente era una helada terriblemente fuerte...
-Tráeme las dos cosas más valiosas de la ciudad -dijo Dios a uno de sus ángeles.
Y el ángel le llevó el corazón de plomo y el pájaro muerto.
-Has elegido rectamente -dijo Dios-, pues en mi jardín del paraíso cantará eternamente este pajarillo y en mi ciudad de oro dirá mis alabanzas el Príncipe Feliz.
Qué pena que esto sólo ocurra en cuentos o el películas. Todo se ha perdido y ha llegado la hora del cambio.
Oscar Wilde...Uno de mis cuentos favoritos.
ResponderEliminarComo siempre, me has dejado helada.
Gracias!